El almacén español es más caro que el de la media de la Unión Europea. Concretamente, de cada cien euros de ventas, once van a parar a sufragar los costes logísticos, lo que representa casi tres euros más que en otros países de su entorno. ¿A qué se debe que las empresas españolas, fundamentalmente pymes, gasten más en sus almacenes? ¿Cómo pueden recortar costes?
Los gastos que una pyme española debe soportar en su cadena de almacenaje y distribución son superiores a los de los países de su entorno. En concreto, para vender 100 euros de producto, debe invertir 11 euros en logística. "España tiene los costes más altos en esta materia, representando un 10,7 por ciento sobre el total de ventas, mientras que en la media de los países europeos este índice se sitúa en torno al 8 por ciento". Así explica Pablo Zubía, jefe de área de Logística del Instituto Tecnológico de Embalaje, Transporte y Logística (Itene), el escenario en el que se mueve la empresa española con respecto a sus homólogas europeas.
Precisamente el Itene tiene en marcha un proyecto a través del cual, desde 2006, viene radiografiando la situación del transporte y almacenaje del tejido empresarial español, evaluando causas y proponiendo soluciones. Una de las conclusiones es el dato citado de la media de gasto logístico en España, "aunque no me extraña que estos costes se hayan incrementado en el último año, a consecuencia de la crisis".
Línea directa de negocio
¿A qué se debe esta situación? En algunos sectores se debe a problemas estructurales ajenos a la propia empresa. Así, por ejemplo, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), los gastos logísticos suponen el 10 por ciento del precio final de un coche, debido a que, por su situación geográfica, el 51 por ciento de los automóviles fabricados en España se transporta por carretera, por un 31 por ciento que utiliza el barco.
Sin embargo, desde el Itene han identificado otras causas que sí remiten a malas prácticas internas de las empresas y que, paradójicamente, no parecen de difícil solución. La principal, "que el tejido mayoritario es de pymes, y para las pymes los gastos logísticos siempre han sido un poco secundarios porque no lo ven como una línea directa de su negocio". Esto en la práctica se traduce en una serie de gastos que podrían evitarse con una mejor planificación de la actividad. "Hay horas extra que se hacen porque no se estructuran bien las horas de salida y entrada de mercancías; también se producen excesos de stock, o envíos a última hora con costes adicionales". En opinión de Zubía, "las pymes no ven que invertir 10.000 euros en mejorar la gestión de su almacén les lleve a vender más. Sin embargo, sí que obtendrían más tiempo, y el tiempo es dinero. También conseguirían un funcionamiento más óptimo de las entradas y salidas de mercancías".
El componente tradicional
También existe un componente de corte tradicional a la hora de abordar la gestión de la logística en la pequeña empresa. "Hay empresas a las que hacemos auditorías logísticas que, como tienen una estructura familiar, son reacias a cambiar la manera de gestionar sus negocios", indican desde el Itene.
Hasta aquí los síntomas. ¿Cuáles son los remedios? "El primero es la planificación. Tener un responsable de logística que coordine todas las fases del ciclo de un producto, desde la producción al almacenaje y el transporte. Luego, la tecnología también ayuda, mediante programas de gestión adaptados a las necesidades de cada empresa", añade Zubía.
En Pixmanía-Pro.com, un portal especializado en la comercialización de productos para profesionales y revendedores también aportan sus soluciones, en este caso dirigidas a pequeños comerciantes. "Hay minoristas y pequeñas tiendas de barrio que pueden estar experimentando problemas de espacio en sus almacenes y de distribución con sus pedidos y productos en periodos como las rebajas", dicen desde la compañía.
Una solución es externalizar la gestión de pedidos o derivarla a través de una herramienta denominada Dropshipment, un tipo de venta en el que el minorista no guarda la mercancía en su almacén, sino que se convierte en un intermediario entre el mayorista y el cliente final, sin la necesidad de que el producto pase por sus manos. "Se ahorran costes y se incrementen los beneficios", concluyen desde esta empresa.
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