En Francia, el presidente, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro, François Fillon se reunieron en el palacio del Elíseo para abordar la situación. La sede de la Presidencia francesa aseguró en un primer momento no tener información sobre el rumbo del mandatario tunecino, aunque una fuente policial que ha pedido el anonimato indicó minutos después a Reuters que la policía había sido avisada del probable aterrizaje de Ben Ali en un aeropuerto de la capital francesa. Según Le Monde, un avión en el que iba la hija de Ben Ali aterrizó a las 19.30 en el aeródromo de Le Bourget y una segunda aeronave que iba vacía fue "invitada a no aterrizar", mientras que faltaba una tercera que se dirigía también a la capital francesa y que aún no había llegado, aunque según las últimas informaciones fue sido desviada al no encontrar autorización para tomar tierra en suelo francés. El Ministerio de Exteriores de Francia ha asegurado que no había ninguna petición de acogida del presidente tunecino en el país y que, en caso de recibirlo, consultaría antes con las autoridades interinas de Túnez. Según medios franceses, Sarkozy ha rechazado la llegada de Ben Ali.
En ausencia del presidente, el cargo ha sido asumido de manera interina por el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, según ha anunciado este mismo en la televisión estatal. En un breve mensaje, Ghanuchi se ha comprometido a respetar la Constitución y ha pedido a los tunecinos "de todas las sensibilidades políticas" que muestren sentido patriótico y de unidad. Horas después, la cadena de televisión privada Nessma ha anunciado las detenciones de varios familiares de Ben Ali y su mujer. Los acontecimientos han motivado la reacción de la comunidad internacional y numerosos países han recomendado a sus ciudadanos no viajar a Túnez. El embajador español en el país, Antonio Cosano, ha dicho en declaraciones al canal 24 horas de TVE que de momento ningún país europeo ha planteado evacuar a sus nacionales de Túnez. El Ministerio de Exteriores ha pedido a quienes ya estén allí que permanezcan de momento en sus casas u hoteles.
Estado de emergencia
Horas antes, la agencia oficial TAP había anunciado la destitución del Gobierno en pleno y la celebración de elecciones legislativas para dentro de unos seis meses. Era el último intento de Ben Ali, en vano, de aplacar las protestas en su contra. Ni este anuncio, ni la promesa de ayer de otorgar mayores libertades han conseguido calmar a los manifestantes. Miles de personas habían tomado desde esta mañana las calles del centro de Túnez, la capital tunecina, clamando por la salida del que es presidente del país desde hace 23 años. Tras varias horas de concentración, la policía ha comenzado a usar gases lacrimógenos y ha cargado contra los manifestantes, que han disuelto la concentración, aunque los enfrentamientos entre grupos de jóvenes y agentes han continuado horas después en el centro de la ciudad. En respuesta, se ha convocado el estado de emergencia en todo el país. Esto implica que el toque de queda impuesto días atrás se amplía y estará vigente de cinco de la tarde a siete de la mañana. Tampoco podrá haber reuniones de más de tres personas y las Fuerzas del Orden podrán disparar contra cualquier sospechoso que no obedezca a una orden. Además, el Ejército ha tomado el control del aeropuerto internacional de la capital y se ha cerrado todo el espacio aéreo.
Los manifestantes exigen el fin del régimen de Ali, quien ayer hizo un nuevo intento, infructuoso, a lo que se ve, por contener un mes de protestas contra la corrupción y el desempleo que se ha cobrado decenas de vidas. Ben Ali prometió mayor libertad, rebajas en el precio de alimentos y productos básicos y, sobre todo, anunció que no optaría a un sexto mandato en 2014. Pero sus anuncios, de nuevo, no han tenido efecto.
La retirada del presidente, que fue seguida de una noche de celebraciones populares pese al toque de queda impuesto el miércoles, no ha servido para evitar que miles de personas hayan vuelto esta mañana de nuevo a la calle, tras casi un mes de protestas que han costado la vida a entre 23 -cifra oficial- y 66 -cifra de la oposición- personas. Tampoco sirvió para detener la violencia, ya que, según fuentes médicas citadas por France Presse, 13 personas murieron ayer en la capital tunecina y sus alrededores durante enfrentamientos con las Fuerzas del Orden tras el discurso presidencial. La agencia Reuters rebaja el recuento de víctimas mortales por disparos policiales a 12, de las cuales una decena han sido confirmadas por dos fuentes de un hospital de la capital y las otras dos pertenecen al relato de un testigo visual de choques con la policía. No está claro, según esta última agencia, si el uso de las armas se produjo antes o después del mensaje en el que Ben Ali aseguró que había dado la orden de no abrir fuego.
Multitudinaria manifestación
Eran las nueve de esta mañana cuando ha comenzado una nueva marcha en el centro de Túnez. Primero se han reunido unos miles de personas frente a la sede del prestigioso sindicato UGTT y luego ha ido creciendo con incorporación de más manifestantes, hasta reunirse decenas de miles de personas. Después de tres cuartos de hora, han llegado a la avenida principal de la ciudad, la Habib Burguiba, donde está la sede del Ministerio del Interior, con gritos de "Fuera Ben Ali", "Gracias, pero ya es suficiente", "O nos matan o se van, pero aquí no se negocia". Allí se han enfrentado a un cordón policial y lo han sobrepasado. Los manifestantes no se fían del presidente y de lo que dijo ayer, lo llaman "asesino" -en francés para que todo el mundo lo entienda- y piden libertad y que los Trabelsi, la familia de la primera dama, sean juzgados. "No a Ben Ali", corean los manifestantes, añadiendo que "la revuelta continúa". Dicen, sin parar de cantar el himno nacional, que "o nos matan o se van, pero aquí no se negocia".
Durante varias horas, los manifestantes se han concentrado pacíficamente, incluso junto a los policías. No obstante, pasadas las dos de la tarde (hora local) la policía ha comenzado a dispersar a los manifestantes con cargas y lanzamiento de gases lacrimógenos. En pocos minutos la avenida principal de la ciudad se ha vaciado, aunque una hora después aún podía verse a agentes golpeando a jóvenes que transitaban por las calles céntricas y que fueran sospechosos de participar en las marchas contra el presidente.
Un mes de protestas
Durante el mes de protestas, sin precedentes, decenas de personas han muerto por la represión oficial, lo que no ha hecho sino soliviantar aún más los ánimos de un país cansado de la corrupción, el nepotismo y la alta tasa de desempleo. De hecho, los incidentes comenzaron cuando, el pasado 17 de diciembre, un joven licenciado que vendía verdura se prendió fuego frente a un edificio oficial en Sidi Bouziz después de que un policía le abofetease y se le retirase el permiso para vender. Murió el 6 de enero.
Ya en otras ocasiones durante esta crisis, los opositores al presidente han ignorado sus promesas. El pasado lunes, Ben Ali prometió ante las cámaras la creación de 300.000 empleos para los jóvenes de aquí a 2012. El miércoles, destituyó al ministro del Interior, responsable de la brutal represión de la revuelta, anunció una comisión de investigación sobre la corrupción y ordenó la liberación de todos los detenidos en las protestas. De nada sirivió: tras su alocución de ayer, miles de personas desafiaron el toque de queda y, durante la noche, celebraron que Ben Ali tiene fecha de caducidad.
Hoy también se han producido manifestaciones en otras regiones del país, como la de Kairouan, en el centro del país, o en la capital de la cuenca minera de Gafsa, en el suroeste. También en las regiones del centro oeste como Kaserín, Tela y Sidi Bousaid, miles de personas han salido a las calles para demandar la salida del presidente sin que hasta el momento haya constancia de cargas policiales, informa EFE.
Estado de emergencia
Horas antes, la agencia oficial TAP había anunciado la destitución del Gobierno en pleno y la celebración de elecciones legislativas para dentro de unos seis meses. Era el último intento de Ben Ali, en vano, de aplacar las protestas en su contra. Ni este anuncio, ni la promesa de ayer de otorgar mayores libertades han conseguido calmar a los manifestantes. Miles de personas habían tomado desde esta mañana las calles del centro de Túnez, la capital tunecina, clamando por la salida del que es presidente del país desde hace 23 años. Tras varias horas de concentración, la policía ha comenzado a usar gases lacrimógenos y ha cargado contra los manifestantes, que han disuelto la concentración, aunque los enfrentamientos entre grupos de jóvenes y agentes han continuado horas después en el centro de la ciudad. En respuesta, se ha convocado el estado de emergencia en todo el país. Esto implica que el toque de queda impuesto días atrás se amplía y estará vigente de cinco de la tarde a siete de la mañana. Tampoco podrá haber reuniones de más de tres personas y las Fuerzas del Orden podrán disparar contra cualquier sospechoso que no obedezca a una orden. Además, el Ejército ha tomado el control del aeropuerto internacional de la capital y se ha cerrado todo el espacio aéreo.
Los manifestantes exigen el fin del régimen de Ali, quien ayer hizo un nuevo intento, infructuoso, a lo que se ve, por contener un mes de protestas contra la corrupción y el desempleo que se ha cobrado decenas de vidas. Ben Ali prometió mayor libertad, rebajas en el precio de alimentos y productos básicos y, sobre todo, anunció que no optaría a un sexto mandato en 2014. Pero sus anuncios, de nuevo, no han tenido efecto.
La retirada del presidente, que fue seguida de una noche de celebraciones populares pese al toque de queda impuesto el miércoles, no ha servido para evitar que miles de personas hayan vuelto esta mañana de nuevo a la calle, tras casi un mes de protestas que han costado la vida a entre 23 -cifra oficial- y 66 -cifra de la oposición- personas. Tampoco sirvió para detener la violencia, ya que, según fuentes médicas citadas por France Presse, 13 personas murieron ayer en la capital tunecina y sus alrededores durante enfrentamientos con las Fuerzas del Orden tras el discurso presidencial. La agencia Reuters rebaja el recuento de víctimas mortales por disparos policiales a 12, de las cuales una decena han sido confirmadas por dos fuentes de un hospital de la capital y las otras dos pertenecen al relato de un testigo visual de choques con la policía. No está claro, según esta última agencia, si el uso de las armas se produjo antes o después del mensaje en el que Ben Ali aseguró que había dado la orden de no abrir fuego.
Multitudinaria manifestación
Eran las nueve de esta mañana cuando ha comenzado una nueva marcha en el centro de Túnez. Primero se han reunido unos miles de personas frente a la sede del prestigioso sindicato UGTT y luego ha ido creciendo con incorporación de más manifestantes, hasta reunirse decenas de miles de personas. Después de tres cuartos de hora, han llegado a la avenida principal de la ciudad, la Habib Burguiba, donde está la sede del Ministerio del Interior, con gritos de "Fuera Ben Ali", "Gracias, pero ya es suficiente", "O nos matan o se van, pero aquí no se negocia". Allí se han enfrentado a un cordón policial y lo han sobrepasado. Los manifestantes no se fían del presidente y de lo que dijo ayer, lo llaman "asesino" -en francés para que todo el mundo lo entienda- y piden libertad y que los Trabelsi, la familia de la primera dama, sean juzgados. "No a Ben Ali", corean los manifestantes, añadiendo que "la revuelta continúa". Dicen, sin parar de cantar el himno nacional, que "o nos matan o se van, pero aquí no se negocia".
Durante varias horas, los manifestantes se han concentrado pacíficamente, incluso junto a los policías. No obstante, pasadas las dos de la tarde (hora local) la policía ha comenzado a dispersar a los manifestantes con cargas y lanzamiento de gases lacrimógenos. En pocos minutos la avenida principal de la ciudad se ha vaciado, aunque una hora después aún podía verse a agentes golpeando a jóvenes que transitaban por las calles céntricas y que fueran sospechosos de participar en las marchas contra el presidente.
Un mes de protestas
Durante el mes de protestas, sin precedentes, decenas de personas han muerto por la represión oficial, lo que no ha hecho sino soliviantar aún más los ánimos de un país cansado de la corrupción, el nepotismo y la alta tasa de desempleo. De hecho, los incidentes comenzaron cuando, el pasado 17 de diciembre, un joven licenciado que vendía verdura se prendió fuego frente a un edificio oficial en Sidi Bouziz después de que un policía le abofetease y se le retirase el permiso para vender. Murió el 6 de enero.
Ya en otras ocasiones durante esta crisis, los opositores al presidente han ignorado sus promesas. El pasado lunes, Ben Ali prometió ante las cámaras la creación de 300.000 empleos para los jóvenes de aquí a 2012. El miércoles, destituyó al ministro del Interior, responsable de la brutal represión de la revuelta, anunció una comisión de investigación sobre la corrupción y ordenó la liberación de todos los detenidos en las protestas. De nada sirivió: tras su alocución de ayer, miles de personas desafiaron el toque de queda y, durante la noche, celebraron que Ben Ali tiene fecha de caducidad.
Hoy también se han producido manifestaciones en otras regiones del país, como la de Kairouan, en el centro del país, o en la capital de la cuenca minera de Gafsa, en el suroeste. También en las regiones del centro oeste como Kaserín, Tela y Sidi Bousaid, miles de personas han salido a las calles para demandar la salida del presidente sin que hasta el momento haya constancia de cargas policiales, informa EFE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario