El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó ayer que el 1 de enero le entregará a su sucesora, Dilma Rousseff, un Brasil preparado para convertirse en la quinta mayor economía del mundo en seis años.
Ante corresponsales extranjeros, Lula hizo un balance de sus ocho años de Gobierno y aseguró que «a 28 días del final de mi mandato puedo decir que estoy satisfecho con lo logrado. No resolvimos todos los problemas de Brasil, pero dimos pasos importantes».
Lula, que deja el cargo con una popularidad récord, pasó por encima de sus conquistas sociales, como los 15 millones de empleos generados en ocho años y los 30 millones de brasileños que ascendieron de la clase baja a la media, para enfatizar las condiciones que hacen de Brasil una potencia económica.
«Vivimos un momento mágico que no es pasajero», afirmó al referirse al crecimiento de la economía, que puede llegar al 7,5% en el 2010. El jefe de Estado añadió que tres de las mayores hidroeléctricas, tres de las mayores líneas de ferrocarril y cuatro de las mayores refinerías del mundo en construcción están en Brasil. «Son datos que garantizan que Dilma [Rousseff] va a asumir Brasil andando a 120 kilómetros por hora», dijo.
Además de la economía, hasta las exitosas operaciones realizadas la semana pasada contra los narcotraficantes en Río de Janeiro ayudaron a mejorar la imagen del país. «Antes apenas se hablaba de Brasil cuando había un mundial de fútbol o cuando llegaba el Carnaval. Ahora se habla siempre de Brasil, de su economía y de su papel en el mundo», dijo. «No hicimos todo lo que queríamos, pero hicimos más que en cualquier momento en el país», aseguró.
Lula explicó que su mayor decepción fue no haber conseguido una reforma tributaria y otra política. «Tenía que probar que un obrero salido de una fábrica puede gobernar, porque de lo contrario ningún trabajador volvería a ser presidente de Brasil», dijo.
Por su parte, el canciller brasileño, Celso Amorim, confirmó ayer que el Gobierno rehusó pedidos de Washington para que el país recibiera como refugiados a presos de Guantánamo, tal como consta en documentos diplomáticos estadounidense filtrados por la organización no gubernamental Wikileaks.
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