sábado, 11 de diciembre de 2010

En busca de la excelencia para el milenario aceite de oliva gallego

Una alianza empresarial pone en valor el producto lanzando una edición limitada.

Por alguna razón, los Reyes Católicos ordenaron en el siglo XV la tala masiva de los olivos que los romanos trajeron a Galicia en su búsqueda del oro del antiguo y lejano Oeste. De aquella razia apenas se salvaron un puñado de cepas que continuaron cultivándose en el interior del país, básicamente en torno a las comarcas de Valdeorras, Quiroga y Monterrei.
Olvidado durante centurias para el gran público, el aceite galaico trata ahora de remontar tanto revés histórico de la mano de la compañía Olei, decidida a recuperar una tradición olivarera milenaria cuyo alimento procede de árboles que superan edades impensables, de hasta quinientos y seiscientos años. En este camino a través del tiempo, Olei acaba de sellar un vínculo de alta calidad con Sargadelos para lanzar una edición limitada, apenas 150 exquisitas botellas, que ayer fue presentada en Novavila: el hotel de enoturismo que la familia Vilanova Peña creó sobre una casa solariega que se levanta entre viñas en Santo Tomé de Nogueira (Meis), en pleno corazón de O Salnés.
El restaurador Pepe Solla, del restaurante Casa Solla, en la localidad de Poio, se encargó de elaborar tres propuestas culinarias, cuya base principal es el aceite servido por Olei, y completar, así, esta particular alianza de excelencia con denominación de origen propia.
Sinergias autóctonas
El aceite gallego, explica María Estévez, directora general de Olei, posee unas características bien diferenciadas. «En nariz, hierba y notas a plátano; en boca, intenso y maduro; a la vista, amarillo con destellos dorados y despuntes verdosos».
Un brillo que Pepe Solla (con una estrella Michelin en su restaurante) trasladó a una sorprendente allada , un recuerdo dulce de aceite con chocolate y naranja, y, sobre todo, una magnífica y equilibrada mantequilla falsa, degustada sobre pan de sésamo. José Luis Vilanova, de Novavila, brindó el maridaje con un albariño de su propia cosecha.
La idea matriz se asienta en la evolución de la tradición galaica, que es precisamente el fundamento que atrajo a Sargadelos a este proyecto. La emblemática cerámica refundada por Isaac Díaz Pardo se adentró hace años en el ámbito de las delicatesen de la mano de Conservas Cuca, vistiendo una línea específica de sus mejores productos.
El espíritu sigue siendo el mismo: el establecimiento de sinergias que refuercen Galicia como marca. Su reinterpretación de la botella clásica de Olei redondea sus formas y emplea los colores raíz de la cerámica, azul cobalto sobre blanco, para proponer su particular visión de las hojas de olivo. Cada una de ellas cuesta 120 euros.
La síntesis de valores, tradición y talento tiene, claro está, un precio.

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